18 nov 2010 Mensaje a los agnósticos y ateos

19.09.2012 23:32

Jueves 18 de noviembre de 2010 a las 21:00 hrs.

A aquellos que aseguran no creer en Mí, tengo esto que decir. Háganse esta pregunta a sí mismos: ¿Pueden recordar el tiempo en que sí creían? Recuerden cuando eran niños y creían en Dios. No importa qué religión sus padres seguían. ¿Ustedes creían? ¿Qué cambió? ¿Fue influencia de otros? ¿Les dijeron que había una respuesta racional para la existencia de su ser?

Ha sido, desde el comienzo del tiempo, difícil para Mis hijos aceptar cualquier otra existencia fuera de esta. Sin embargo, miren alrededor del mundo y vean las maravillas de la creación de Mi Padre Eterno. El sol, la luna, el mar, los ríos, las plantas, los animales y todas las maravillas de la creación y contesten esto. ¿De dónde vino todo esto? ¿Realmente creen que surgió de algo que no sea de un Ser Superior? Tengan cuidado cuando escuchen las mentiras difundidas por los así llamados adivinos que existen en el movimiento de la Nueva Era. Ellos están siendo guiados a lo que ellos creen que es la verdad y a la emoción de la vida que se les prometió en una nueva era. Esta era, en la cual han sido inducidos a creer, es un nuevo paraíso. Una forma de hombre controlado, pero centro glorioso del universo. Es una falsa doctrina. Muchas personas de Dios, incluyendo a aquellos que creen, confunden erróneamente su creencia en esta doctrina con la de la Luz.

Ellos están siendo guiados por demonios. Algunos saben que lo están. Otros no. Recen para que ellos vean la verdad antes de que continúen con su estéril sendero al vacío.

A los ateos les digo esto. Los amo, no importa cómo me ofendan. A los ateos que están siendo guiados e influenciados por otras creencias, deténganse y piensen. En su búsqueda de seguir razonamientos hechos por el hombre, están simplemente creyendo en otra fe. La creencia de que el hombre tiene el control. No lo tiene. Sin embargo, esta misma gente, Mis preciosos hijos, por los que lucharé, está siendo alentada a seguir a Satanás, el engañador, y enemigo de la humanidad. Pregunten al ateo que hace esfuerzos extraordinarios para presionar a los hijos de Dios, ¿por qué hace esto?

¿No es suficiente simplemente negarme? ¿Por qué esta gente miente? Muchos de estos grupos ateos tienen un plan secreto para atraer y seducir a Mis hijos a una doctrina falsa. No se equivoquen, su creencia es otra forma de religión. Una religión que exalta el poder de la inteligencia, la razón y el orgullo. Ellos imitan los mismos rasgos de Satanás. Ellos, en su ceguera, siguen otra fe - la adulación a la Oscuridad, donde el amor no existe.

Son tan apasionados estos ateos, tan orgullosos de su religión, que no entienden que lo que ellos defienden es una religión - la religión del engañador, que se ríe de su estupidez.

Ateos, escúchenme una última vez. Regresen a las Escrituras ahora. Vean el Libro de Juan y consideren la verdad conforme empieza a desarrollarse ahora. ¿No les parece real ahora que son testigos de acontecimientos que se ponen al descubierto capa por capa cada día ante ustedes?

¿No pueden ver que Mi Palabra, Mi profecía predicha hace tanto tiempo, pueda ser la verdad? Abran sus ojos y hablen Conmigo ahora como sigue:

“Dios, si eres la Verdad, revélame la señal de Tu amor. Abre mi corazón para recibir guía. Si existes, déjame sentir Tu amor para que pueda ver la verdad. Ruega por mí ahora.”

 

Mientras los llamo una última vez, digo esto. El amor no está hecho por el hombre. No pueden verlo pero pueden sentirlo. El amor proviene del Padre Eterno. Es un don para la humanidad. No proviene de la oscuridad. La oscuridad que sienten está desprovista de amor. Sin verdadero amor no pueden sentir. No pueden ver la Luz. No pueden ver ningún futuro. Yo soy la Luz. Yo soy el futuro. Yo les traigo gloria y vida para siempre. Vuélvanse ahora y pidan Mi ayuda. Hagan eso y Yo les responderé y los cubriré con Mis brazos.

Mis lágrimas de alegría los salvarán conforme se convierten en Mis amados hijos de nuevo. Vengan ahora y únanse a Mí en el Paraíso.

Su amoroso Salvador

Jesucristo